Wednesday, December 7, 2011

SETAS DE VALDELUNA. LA TANA.

SETAS DE VALDELUNA. LA AMANITA MUSCARIA.


Amanita Muscaria o matamoscas es un hongo que hace llamativo su aspecto por la combinación de colores rojo escarlata y pintas blancas en su juventud y amarillento con el paso del tiempo cuyo tamaño oscila entre los 7 y 15 centímetros, con efectos alucinógenos. Se trata de una seta con gran trascendencia antropológica, ya que posee unas sustancias alteradoras del sentido de la realidad usada por chamanes como medio para lograr el éxtasis y el contacto con los espíritus. Su toma con fines festivos y religiosos indagaba alcanzar la embriaguez de toda la comunidad. Posee múltiples nombres como matamoscas que alude a su cualidad de atraerlas y fulminarlas con facilidad. Otras denominaciones pueden ser: castellano ( oropéndola loca); euskera ( kuleto falson); catalán (reig bord). La etimología del hongo podemos decir que no es del todo muy moderna, amanita es un término latino y muscaria emparentado con el vocablo latino para nombrar a las moscas.

Árboles como los abedules, hayas, pino negro y abetos que se encuentren a más de 2000 metros de altitud dan a este hongo los suficientes nutrientes que necesita la amanita para desarrollarse cualitativamente, por lo que el cultivo en “casa” no ha tenido éxito. Su distribución por el planeta es diversa: estepas siberianas, Asia septentrional, Finlandia, Pirineos, Grecia, Norte de América, México, Guatemala... De fácil confusión con su prima Amnita Phalloides bastante parecida en cuanto aspecto pero mortal en su ingesta.

Ya desde el siglo XVIII en occidente las consecuencias psicoactivas de la A. Muscaria eran conocidas y gracias a F.J Stranhlenberg que tras sus observaciones en Siberia veía que era usado como embriagante, utilizado con fines lúdicos y mascado o ingerido como si de una infusión se tratara. Este hongo secado tiene mayores efectos que en su estado crudo y fresco, el cual una vez que es ingerido pasa por el organismo sin inmutarse guardando todas sus cualidades enteogénicas la orina que a su vez ésta puede ser injerida para fines lúdicos, ceremoniales, etc.

El etnomicólogo R.G. Wasson dio a conocer el valor sagrado de esta planta en la religión hindú la cual data desde hace 3500 años y planteaba la hipótesis de que este hongo se encontraba en la base del origen de las religiones. Pero no por ello la cultura occidental queda lejos de ello ya que en el arte europeo y cristiano donde Adán y Eva “posan” junto a un árbol con forma característica de un hongo como el de la Amanita muscaria.
Pero no todo queda en aspectos lúdicos y religiosos, sino también es el mundo mágico y fantasioso de los gnomos y hadas se encuentran muy ligadas. Recordemos lo que comía Alicia en el “país de las maravillas” para hacerse diminuta. Con ello aludimos que este hongo tiene dos efectos psíquicos: micropsia y macropsia: “el verse a sí mismo y a los objetos que le rodean a uno disminuir o crecer de tamaño de forma desmesurada”.

En lo que respecta a la Alquimia; no olvidemos que en su estado seco por descarboxilación su ácido iboténico se vuelve más estable (muscinol) por lo que es más potente. Por ello se usa con habitualidad en este estado con finalidades lúdicas. La antropina, fármaco utilizado para la cura por intioxicación de hongos, resulta no adecuado en el caso de la A. Muscaria ya que potencia grandemente el muscinol y el ácido iboténico.

Tras la ingesta de Amanita muscaria, habrá que esperar la llegada de sus efectos en cuyo caso algunas horas después del consumo se produce una intoxicación con molestias gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarreas).Después, aparece locuacidad, buen humor, buenas sensaciones y empiezan a manifestarse los trastornos perceptivos, normalmente alucinaciones visuales y auditivas. Podemos decir que existen tres fases:
1º.- Sensación de euforia, gran vitalidad.
2º.- Creación del imaginario colectivo (gnomos)
3º.- Propiamente enteogeno: de contenido espiritual y místico y no es de extrañar que vaya acompañado de una imparable somnolencia, tan fuerte que tan sólo recordaremos las dos primeras fases.

Sus efectos duran entra 4 y 6 horas sin tener en cuenta la espera a la aparición de los primeros efectos. Simplemente es una experiencia arcaica, imprevisible, sorprendente e impactante.

ALUCINAR.-

Hemos visto en el texto primario de “Amanita Muscaria” lo que se puede entender por alucinar. De consumo habitual entre los pueblos primitivos antiguos y contemporáneos, y que son utilizadas para ponerse en contacto experiencial con sus divinidades, sea cual fuere la ideación cultural de este término.

En todo caso hemos reflexionado sobre el posible origen de la palabra “alucinar”, sin tener en cuenta su etimología del latín: “allucinari”. Atendiendo a la palabra lúcido, que nos viene cuando se es claro en el estilo, en el razonamiento, si le añadimos el prefijo “a” estaríamos definiendo lo contrario: alúcido, es decir, no tener un claro razonamiento. Y su forma verbal pudiera traducirse en “alucinar”. Claro está que esta conclusión no tiene rigor científico y puede que no sea lo correcto. Pero lo que sí es cierto que tras varias observaciones en múltiples textos, el origen etimológico de “alucinar” no ha sido encontrado.

Bien sabemos que los alucinógenos ya se conocían desde ante de la época de lo romanos con fines lúdicos, místicos, chamánicos, etc. pero que en realidad lo que se pretendía era perder la lucidez y el raciocinio de la realidad y así ver u oír aquello que nosotros queríamos para poder dar una explicación a un enigma o duda y era buscando en el más allá donde nos aportaban una solución o una satisfacción a nuestra pretensión. Por consiguiente llamar "alucinógenos", como suele hacerse con sustancias modernas (LSD, ácidos de laboratorios...) elimina todo el sentido sacro que tiene tal uso desde antaño. Además, podemos decir que los verdaderos efectos alucinógenos provocados por las setas, están frecuentemente enmascarados por el estado psíquico de cada individuo.

SETAS DE VALDELUNA. EL GALLIPIERNO.

SETAS DE VALDELUNA. EL PINATEL.


También llamado níscalo, pinatel o robellón.